Cuando estaba sola, o sea sin novio ni marido, ir al cine sola era toda una cuestión.
Quería ir, pero me sentía observada, porque iba a ser la única que estaba sola y los demás iban en pareja o con amigos. Y me hacía un mundo por esa situación. Finalmente no recuerdo haber ido sola nunca.
Ahora, casada, a veces voy al cine sola y me resulta muy placentero, voy tranquila, no me importa nada, no me fijo como van los otros y me sumerjo en un mundo muy mío y disfruto mucho de la película.
Como nos puede la mirada de los demás, como puede hacerle eso a nuestro pobre cerebro, tan frágil, tan débil.
Bah, por lo menos al mío.
mi querida no te sientas tan sola en esta afirmacion si supieras las cosas que dejo de hacer por los demás. P
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