sábado, 30 de mayo de 2009

Sigmund otra vez.

Cuando estaba sola, o sea sin novio ni marido, ir al cine sola era toda una cuestión.

Quería ir, pero me sentía observada, porque iba a ser la única que estaba sola y los demás iban en pareja o con amigos. Y me hacía un mundo por esa situación. Finalmente no recuerdo haber ido sola nunca.

Ahora, casada, a veces voy al cine sola y me resulta muy placentero, voy tranquila, no me importa nada, no me fijo como van los otros y me sumerjo en un mundo muy mío y disfruto mucho de la película.

Como nos puede la mirada de los demás, como puede hacerle eso a nuestro pobre cerebro, tan frágil, tan débil.

Bah, por lo menos al mío.

1 comentario:

  1. mi querida no te sientas tan sola en esta afirmacion si supieras las cosas que dejo de hacer por los demás. P

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